domingo, 24 de abril de 2016

Un pueblo entero contra un profesor ateo

Miguel Lorenzo se ha ganado la animadversión del pueblo
por pedir a sus estudiantes que piensen sobre la
 lógica e historia de las religiones.
Foto: La Nación.
Un profesor ateo en Colombia de filosofía se ha ganado el acoso de decenas de padres de familia y las prédicas del sacerdote local por pedirle a sus estudiantes que examinen sus creencias. El docente en un colegio oficial es víctima de amenazas e insultos, solicitudes de los padres para que sea trasladado y del cura local para que nunca cuestione a la Iglesia Católica.

Diferentes ONG ateas de Colombia anunciaron que llevaran este caso a las autoridades para evitar la discriminación de este docente, así como para garantizar la libertad de cátedra.

Noticia de La Nación.com

Texto de Francisco Argüello

Miguel Lorenzo Trujillo Navia es huilense, nació en Guadalupe, pero se profesionalizó en la Universidad San Buenaventura de Bogotá como licenciado en filosofía y regresó a su departamento.
En el Colegio Simón Bolívar de Garzón- la Capital Diocesana- lo albergaron como maestro de filosofía desde junio de 2015 y desde su llegada ha sido epicentro de críticas y ataques verbales por parte de padres de familia, docentes y hasta de la Iglesia Católica en el pueblo que se alertó por sus cátedras y desde el púlpito- según contó Trujillo a LA NACIÓN- le lanzan dardos y lo ponen colocan en la guillotina de los garzoneños.

“Trabajé con los estudiantes de once, filosofía de la religión, ética, epistemología y lógica, pero empezó a presentarse recelo entre los padres de familia”, dice el maestro.

Los estudiantes llegaban a casa con libros, documentos y empezaban a tener cuestionamientos sobre su vida. El primero: ¿qué es Dios? ¿Es real? “Los padres no tuvieron las respuestas suficientes para solucionar las incógnitas de sus hijos y empezó el problema”, resume el filósofo.

Garzón queda en el
municipio del Huila, en el sur de los
Andes colombianos.
Foto: Wikipedia.
Trujillo le confesó a LA NACIÓN que es ateo, pero que respeta la religión de sus estudiantes, de los padres de familia y no pretende entrometerse en esos escenarios. “Más que ateo soy un filósofo”, aclara, pero en el Simón Bolívar no lo ven así. Sus clases están ligadas a debates, a cuestionamientos, a llevar a la filosofía a la vida real y a preguntarse el porqué de lo existente.

No obstante, lo llamaron de la Coordinación Académica del Bolívar. Le pidieron que explicara porqué padres de familia de noveno, décimo y once estaban inquietos porque sus hijos no querían ir a misa y cada vez más preguntaban por la Iglesia Católica y dudaban de la fe cristiana. “Yo les respondía que el padre debía estar preparado para un niño que estaba empezando a hacer cuestionamientos y abrir su mente…”.

Lo que vino después…

En una entrega de calificaciones- el lunes pasado- se quebró el florero de Llorente. Un padre de familia se le acercó a Miguel Lorenzo. Él le pasó la mano, pero el acudiente se la dejó extendida. “Personas como usted no merece que uno la salude”, le dijo el padre al maestro.

Uno trata de educar a sus hijos en la fe cristiana, formarlos, pero usted los pone a pensar maricadas. Yo no sé por qué a un hijo de puta como usted lo dejan trabajar en un colegio, yo no sé por qué llega una persona hijo de puta como usted al colegio”, le gritaba. Y no lo golpeó porque el docente de filosofía estaba convaleciente y se sostenía con un bastón.

El enfurecido acudiente se marchó a la rectoría y siguió atacando verbalmente al profesor. E incluso amenazó con golpearlo, pero en el colegio le pedían que se calmara.

Qué hizo…

Miguel Lorenzo Trujillo no tuvo otra opción que abandonar su pizarra e ir hasta la Estación de Policía de Garzón a colocar la denuncia. En el colegio no encontró apoyo.
Desde la rectoría le reclamaron por lo ocurrido, le insistieron en que no podía hacer proselitismo en las clases y hacer defensa o arremeter en contra de la religión.

“No puedo faltar a mi ética profesional y negar ciertos contenidos porque el ambiente católico en Garzón no lo permite. No puedo- como filósofo- acallar la razón, el discurso en pro de creencias personales”, explicó el profesor, quien cree que el Simón Bolívar es un escenario académico y no puede ser viciado por creencias personales.

En las calles de Garzón se rumoraba sobre las clases de Trujillo como un secreto a voces, en la emisora Dinámica Estéreo, el periodista Amín Trujillo llenó su parrilla informativa con la polémica historia, citando a padres de familia, a la iglesia, pero sin darle voz al maestro, como lo dijo él a LA NACIÓN.

El Colegio Simón Bólivar
Foto de http://colbolivargarzon.es.tl/
Era el filósofo que había llegado al pueblo a derrumbar a la religión católica, a convertir a cuanto niño católico se le atravesara, como alcanzaron a especular algunos. Y por esto, desde el púlpito de la Iglesia de Nazareth, el sacerdote católico Jorge Quintero, decía en varias de sus homilías dominicales: “Los padres de familia tienen que ser pastores y las ovejitas que Dios les ha encomendado son sus hijos y deben darse cuenta de qué se están alimentando estas ovejitas, cuál es el alimento, y si van a recibir un alimento que los contamina, que los daña, que los hiere, los lastima, hay que tener cuidado…”.

El problema se agrandó. En el pueblo, los padres de familia recogieron firmas pidiendo que al maestro lo retiraran del colegio y exigían que se reformulara los contenidos de las clases de filosofía.

“Eso me parece grave, es pretender que un discurso cristiano intervenga en una catedra académica y eso sí sería apología de una religión, eso sería violar el derecho de los demás estudiantes. O qué tal si permitimos que un pastor evangélico, o de las Casas sobre las Rocas venga a hacer una semana vocacional al colegio”, añadió el profesor, quien hoy teme por su vida. “Si desde el púlpito se incita a las poblaciones a la violencia, no hay nada más que hacer. Cerremos la página y volvamos a la edad media”, concluye.

El Obispo de la Diócesis de Garzón lo atendió en su despacho. Hablaron durante horas y llegaron a varias conclusiones. “El Obispo me presentó muy amablemente al sacerdote Jorge Quintero, quien era el que hablaba de mí desde el púlpito. Le dije ‘mucho gusto, soy el profesor de quien se está hablando y denigrando. Quisiera saber bajo qué argumentos usted dice que yo soy un ateongo, según sus palabras, que viene a atacar los valores cristianos”.

A la Iglesia- según conoció LA NACIÓN- iban algunos garzoneños y con chismes envenenaban a los sacerdotes católicos. “Les decían que yo, cuando llegaba al salón les pedía a mis estudiantes que sacaran los cristos o yo no daba clases, que les decía a los estudiantes que quemaran las biblias. Eso no es cierto, jamás pasó”.

Contraparte

"Ateongo" es el mote que
el sacerdote Jorge Quintero
ha usado contra el profesor
desde su púlpito. 
LA NACIÓN contactó al sacerdote Jorge Quintero de la Iglesia Nazareth en Garzón. “Ayer nos reunimos con el profesor. Y se ha jugado al teléfono roto porque una cosa es lo que dice él en sus clases, otra la que interpretan los alumnos y otra los padres de familia. Ha habido un dialogo sano, bueno, equilibrado. De pronto sí se ha hecho una apología ética, pero lo importante es el presente y yo lo veo a él ubicado en su materia, en su sitio. Le insistíamos que aplicáramos el adagio latino: cada uno en lo suyo, que él se dedique a su materia sin tener que influir, insistir o trasmitir un pensamiento contrario sobre la región católica con los estudiantes”.

El profesor- dice el sacerdote- le reconoció que es ateo, “sin embargo, la conclusión es que en vista de todo lo que se ha presentado, él se dedicará con más cuidado su materia. Lo importante es que después del diálogo de ayer, la situación quedó bien”.

El padre Quintero dice que preguntarle a los alumnos si el maestro hizo apología del ateísmo es difícil “porque lo van a negar por la figura del profesor, pero sí se tuvo conocimiento por información de los padres de familia que dijeron que los muchachos manifiestan que él les decía que Dios no existía, que Dios era una falacia, que había que abrirle los ojos. Ellos lo dicen, pero a la hora de confrontar a los jóvenes, se quedarán callados…”.

La Iglesia Católica seguirá atenta a las cátedras del maestro, mientras Miguel Lorenzo Trujillo sigue con miedo. Teme que Garzón termine convertido en un Salem, donde terminaron quemando a quienes pensaron distinto a un pueblo que, como la Capital Diocesana del Huila, es godo, católico apasionado y en algunos, casos con gente chismosa, como lo dice en su canción el maestro Ramiro Chávarro.

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